Perdiendo la ilusión

Perdiendo la ilusión

En este episodio me abro de forma muy personal para hablar de algo que vengo sintiendo desde hace tiempo: la pérdida de ilusión. Reflexiono sobre lo que significa crear cuando parece que nadie escucha, sobre el cansancio de remar a contracorriente, sobre las veces que uno se siente invisible. También hablo del deseo de volver a lo esencial, de escribir y grabar solo para mí, de recuperar mi voz sin necesidad de validación externa. Un capítulo íntimo, sin adornos, para quien alguna vez también se haya sentido así.

Todos los podcasts: https://aragay.net · Mastodon: https://masto.es/@proteusbcn · Telegram: https://t.me/haciendoelsueco · Ayúdanos con nuestro proyecto en PATREON https://www.patreon.com/c/proteusbcn/ · Aplicaciones DE VERDAD para escuchar podcasts https://podcastindex.org/apps?appTypes=app

Enlace al capítulo https://podcast.danielaragay.net/@eldiario/episodes/perdiendo-la-ilusion

Transcripción:

Hoy es jueves 7 de agosto de 2025 y me apetece compartir una reflexión algo desordenada pero muy honesta. Estoy en casa, después de sacar a Rico a pasear, y llevo todo el día dándole vueltas a una idea que cada vez me pesa más: ¿vale la pena seguir compartiendo?

Todo empezó con una cámara. El 3 de agosto, DJI lanzó una nueva cámara de 360 grados que, sobre el papel, mejora en todo a la última que tenía de Insta360: más resolución, más batería, mejor color, más memoria… todo. Y pensé: ¿la compro? Tengo una Insta con varios accesorios que apenas uso y ya he encontrado comprador por 300 euros. Con un pequeño extra, podría tener esta nueva joyita tecnológica. Pero me asaltó la gran pregunta: ¿para qué?

Primero pensé: para grabar mis viajes. ¿Y para qué grabarlos si luego no los veo? Bueno, para compartirlos. Pero… si nadie los ve. Y ahí se fue la ilusión. De golpe. No solo por esa cámara, sino por todo: un nuevo micro, un nuevo teléfono… ¿para qué? Si lo que tengo funciona y ya ni siquiera me motiva tanto la idea de compartir.

Esto no va solo de tecnología, va más allá. Hoy mismo estaba editando el guion del tercer capítulo de otro podcast que tengo. Una entrevista muy interesante. Pero me pillé a mí mismo pensando: ¿por qué lo haces? ¿Para que lo escuchen diez, quince personas? Me cuesta encontrar la motivación para seguir compartiendo.

Y ojo, no lo digo desde el victimismo ni desde el reproche. Lo digo desde la sinceridad. Quizás es que me hago mayor, quizás es que las prioridades cambian. Me gusta seguir creando, pero sin presión. Me encuentro mejor escribiendo en mi blog, recopilando todo lo que estoy aprendiendo sobre gastronomía tailandesa, por ejemplo. Lo hago para mí, como cuaderno de bitácora digital. Si alguien lo encuentra útil, bienvenido sea, pero no me mueve la búsqueda de visitas ni likes.

En medio de todo esto, una escena absurda me devolvió un poco de alegría. Estábamos en el metro con Rico. Se nos sentó cerca una señora mayor, que llevaba media nalga fuera del asiento. Rico, con su olfato curioso, decidió que era buena idea lamerle el trasero (sí, tal cual). Ella ni se enteró, pero el señor de enfrente casi se muere de la risa. Yo también. Y pensé: mira, al menos esto me lo guardo como anécdota del día.

¿Me compro la cámara? ¿Vendo todo y paso página? No lo sé. Pero sí sé que ahora mismo me apetece hacer las cosas para mí. Y si tú, que estás leyendo esto, conectas con lo que cuento, me encantará saberlo. Puedes dejarme un comentario en Mastodon, en el canal de Telegram on aquí, en este blog. O simplemente seguir leyendo lo que voy publicando en danielaragay.net, ese rincón mío que últimamente se parece más a mí que nunca.

Gracias por estar ahí.
Dani